sábado, 28 de abril de 2012

todas las mañanas faltando para las ocho
ella subía las escaleras del metro el llano
con su delantal de parvularia puesto como los niños de básica
(o como Gabriel que a los 24 aún lo hacía)
con sus bototos con puñito crema.
Yo la miraba desde atrás, adorando sus bototos
sacándole mil fotos con los ojos para recordarlos siempre.
Y el otro día, por casualidad, mientras compraba el pan
me acerco a una vitrina 
y los veo ahí mismito
los bototos del puñito que quise quise tanto


me siento descubridora de un tesoro
que nadie mas entiende ni valora
solo yo

domingo, 22 de abril de 2012

que dispongas tu domingo
para conocer una casa llamada golondrina
y pienses en cómo distribuir mejor nuestras cosas en ella
me enamora

sábado, 21 de abril de 2012

la noche de ayer caminé por blanco desde mi trabajo hacia el centro
llegué hasta el santa isabel
entré al pasillo del shampo
y me llevé uno amarillo.
Hoy al bañarme y lavarme el pelo lo olí
y llegaste tu de pronto a mi ducha.
Es la pareja del bálsamo que me tenías en tu casa
y que yo combinaba con tu shampo capilatis de ortiga
para que no me costara tanto desenredar mi pelo largo
y que me encantaba porque es cítrico y fresco, 
"como tú caracola" me decías siempre


domingo, 15 de abril de 2012

bebemos sauvignon blanc una noche de domingo,
luego de una cena de langosta con guarnición, como dices tu
hacemos muchos salud, como siempre
a mi me dan pena algunos de esos salud
y antes de las 11 nos vamos a la salita de los escritorios
y trabajamos como antes, de noche
cada uno en su silla, en su puesto
y somos los mismos otra vez
los de siempre
con tu tic de mover las piernas todo el tiempo, tu música de fondo
y mi tecleo silencioso
escribiéndote cosas aquí, que veras siempre después, a destiempo

viernes, 6 de abril de 2012

Nadie más en el mundo sabía que nos encontrábamos ahí ese domingo
con ese calor de febrero
en ese pueblito de las maravillas.
Luego de ver el kalimba y sacarle sonidos, llegamos:
era un patio de bonsais,
de fondo música clásica y una atmósfera de paz y tibieza única.
No sentí ganas de hacer fotografías
recuerdo que solo miraba cuantos años tenía cada uno,
y cual era como sacado de un micro bosque.
Ganó uno que era de tronco delgado, alto y hojas rojizas muy otoñal
pensé que lo había visto mil veces en avenidas, con sus hojas de tres puntas,
que he guardado entre medio de libros para que se mantengan estiradas.
Hablábamos bajito,
caminábamos lento entre ellos,
sus macetas era piedras largas y planas.
De no haber sido por ti jamás hubiese llegado a ese lugar
y hoy lo escribo porque se han cruzado tres cosas lindas: en mi velador descansa la primera novela de Zambra llamada Bonsai; en mi sueño de la mañana nos regalaban ese bonsai lindo que descansa en el departamento de tu madre; y hoy nos reencontramos y en algún momento de la tarde, cuando te tenía en mis brazos, sentí que vivíamos en ese micro mundo de lo calladito y mágico.