domingo, 29 de julio de 2012

En seis meses aún no llevamos ni uno solo completo juntos
cada uno vive su vida
sin compartir prácticamente nada.
viajamos pero volvemos a volver,
nos abrazamos y volvemos a despedirnos,
nos extrañamos y volvemos a olvidarnos,
nos contamos lo que nos acordamos
y dejamos siempre muchos vacíos
que se llenan inevitablemente con dudas
con preguntas, con supuestos y más vacíos.
Creamos una rutina de llamadas 
para consultar siempre por lo mismo,
mandándonos besos que nunca llegan.
.
.
.
yo quería preguntarte si esto te sienta bien

Dejó la bolsa junto a la mesa y se sentó en el sofá, con la mirada apagada en cualquier punto. Luego se levantó, caminó hacia la habitación y se echó en la cama con la chaqueta puesta. 
Le pregunté si prefería un té o una bebida, mientras me sacaba el traje de baño aún mojado. Busqué algo que ponerme en el clóset. Ver nuestra ropa mezclada me hizo darme cuenta de lo separados que estábamos fuera de ese ropero.
Si algo afectaba su estado de ánimo, la insistencia de su silencio no hacía otra cosa que agravarlo. Él callaba y yo me esforzaba en interpretar su mutismo, poniendo en mi boca las palabras que no se atrevía a decir.


Por unos segundos tuve la ilusión de que nuestra conversación se volvía amable y trivial. Además de su afecto, extrañaba esa inconsistencia que acompañaba nuestra rutina, una corriente invisible que semana tras semana nos llevaba a encender el dvd en la noche hasta quedarnos dormidos, o ir juntos al supermercado al que ahora iba solo. Apoyé una rodilla en el borde del colchón. Lo miré. Tenía los ojos brillantes y asustados.
Observé su ombligo, asomándose entre dos botones de su camisa: era lo único que no había cambiado de él en el último tiempo. 
-Podría amarrar tu pie al mío, ¿sabes? Después de todo comparto mi vida contigo, dije.
-Lo sé, y no sabes la pena que todo esto me da. Estoy confundido.


Estoy confundido era una aterradora primera frase de escuchar, especialmente si no venían otras después. Se paro de la cama, revisó su celular y dijo "me tengo que ir..."

La súbita presencia de él ahí y a esa hora me provocaba el mismo desconcierto de esos objetos que aparecen en el lado opuesto de una habitación sin que recuerdes haberlos movido.

domingo, 22 de julio de 2012

Llorar viendo una película de amor en el bus era algo nuevo para mi hasta ahora