miércoles, 21 de julio de 2010

Amaneciendo
tú hacías las veces de luz entrando por la ventana, sobre mi cara, despertando con tu barba los chalecos que me cubrían, en esa casa sin terminar con el colchón desnudo y las monedas repartidas en él.

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Hablaste de davinci y sigmund, de los cajones de dalí... yo de prat y la mistral, el sol recién salía, tu ya habías entrado antes, la micro pasaba cada una hora mientras recordábamos la noche anterior: tu voz cien veces diciéndome "llévame de aquí".

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Saber que bebes de mis años, que cuidas y proteges hasta el final, que me miras cuando me siento en la tarde al sol, o cuando rodeo la casa buscando flores, que somos lo mismo, que eres más fuerte porque sabes que estoy, que tienes calma pues tenemos años para ver el ciudadano kane, viajar a la playa, y nuestra casa en el sur.