domingo, 27 de mayo de 2012
todas las tardes de universitaria me metía por el mismo pasaje para acortar camino hacia la micro: el motel california en la vereda izquierda (del que realmente nunca fui ni fuimos clientes) y en la derecha un escritor en su habitación oscura, siempre produciendo algo, hablando con alguien más sentado en su escritorio, escuchando música, recitando en voz alta. Yo me sentaba bajo su ventana y lo escuchaba todos los días un rato. Iba armando su historia de a puros trozos
lunes, 21 de mayo de 2012
viernes, 18 de mayo de 2012
jueves, 17 de mayo de 2012
me preguntan mi segundo nombre y como siempre no se los digo porque no me gusta, y les invento que es secreto.
Javiera me cuenta que tiene tres nombres y que el segundo es Carolina, como su mamá que ya no está.
Francisco me reta a que adivine su segundo nombre, y dice que si acierto me contará su secreto.
Lo hago y, sin saber muy bien cómo llegamos a este grado de intimidad, me dice que el es igual a Javiera, pero al revés, porque su papá es el que ya no está.
No dice nada más,
nos quedamos mirando profundo sin pestañear y la boca apretada de dolor.
Se tapa la cara y Javiera interpreta su sentir.
Después de eso les cuento mi secreto, que suena casi como una anecdota al lado de los suyos, les digo lo grandes que son... y me voy con una sensación agridulce de cómplice intrusa.
Javiera me cuenta que tiene tres nombres y que el segundo es Carolina, como su mamá que ya no está.
Francisco me reta a que adivine su segundo nombre, y dice que si acierto me contará su secreto.
Lo hago y, sin saber muy bien cómo llegamos a este grado de intimidad, me dice que el es igual a Javiera, pero al revés, porque su papá es el que ya no está.
No dice nada más,
nos quedamos mirando profundo sin pestañear y la boca apretada de dolor.
Se tapa la cara y Javiera interpreta su sentir.
Después de eso les cuento mi secreto, que suena casi como una anecdota al lado de los suyos, les digo lo grandes que son... y me voy con una sensación agridulce de cómplice intrusa.
domingo, 13 de mayo de 2012
En el mes del mar ibamos con mi hermana a dibujar barquitos al puerto de Valparaíso.
Solo un día al año, una mañana, con gorros, parka verde ella y parka roja yo;
con nuestros block, una tablita para apoyarnos, nuestros grafitos, pinceles y frascos de témpera. La profesora de artes también iba, y nuestros papás, y esas escalinatas se llenaba de niños sentados en ellas tratando de reproducir de manera más fidedigna lo que sus ojos captaban, con la nariz roja de frío y las manos congeladas. Yo nunca gané, dice mamá que a veces quedábamos seleccionadas. Mi hermana una vez si ganó y se llevó una caja llena de materiales artísticos.
Solo un día al año, una mañana, con gorros, parka verde ella y parka roja yo;
con nuestros block, una tablita para apoyarnos, nuestros grafitos, pinceles y frascos de témpera. La profesora de artes también iba, y nuestros papás, y esas escalinatas se llenaba de niños sentados en ellas tratando de reproducir de manera más fidedigna lo que sus ojos captaban, con la nariz roja de frío y las manos congeladas. Yo nunca gané, dice mamá que a veces quedábamos seleccionadas. Mi hermana una vez si ganó y se llevó una caja llena de materiales artísticos.
jueves, 3 de mayo de 2012
nostalgia de la chasquillita
el primer día que te vi, la lolo me teñía el pelo, y mientras me lo secaba me dijiste que me quedaba bien esa chasquilla.
me la cortaste cuando nos empezábamos a conocer una noche de abril en mi pieza de Sazié, mientras decías que cerrara los ojitos y que no me pusiera nerviosa (aunque igual lo estaba).
me la cortaste la noche de un sábado de octubre en tu baño, cuando todo se desmoronaba, y yo sentí que ese acto simbolizaba algo importante, un nunca más.
hoy me la corto solita, siempre me queda chueca, e inevitablemente siempre deseo que vuelvas a cortármela tu, minucioso, poniendo tu mano para que no me caiga pelito en los ojos, de cerca, con amor.
me la cortaste cuando nos empezábamos a conocer una noche de abril en mi pieza de Sazié, mientras decías que cerrara los ojitos y que no me pusiera nerviosa (aunque igual lo estaba).
me la cortaste la noche de un sábado de octubre en tu baño, cuando todo se desmoronaba, y yo sentí que ese acto simbolizaba algo importante, un nunca más.
hoy me la corto solita, siempre me queda chueca, e inevitablemente siempre deseo que vuelvas a cortármela tu, minucioso, poniendo tu mano para que no me caiga pelito en los ojos, de cerca, con amor.
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