miércoles, 11 de agosto de 2010

Odio tanto cuando suena tu teléfono con esa música de Valparaíso triste y me dices que me alcanzas luego. Tu maldita vida paralela, que no vengas ya a quedarte conmigo y que todas esas veces anteriores ahora sean recuerdos de un tiempo mejor, más tibio, más juntos, más soñado, cuando todo podía ser aún, y no habías tirado las cartas como lo hiciste esa once de vuelta de vacaciones de invierno.
Odio mucho más el tratar de completar esos fragmentos tuyos que no dices, ir a buscarte y encontrar un vaso a cada lado de tu cama, sentir que ya no es igual, que aunque me cueste nunca fuiste tan absoluto, que dejar de nombrarla no la borraba.
Odio la lentitud de los procesos humanos, y el no poder arrancarte de raíz, y que irremediablemente fracasen todos mis intentos por buscar a alguien más a quien amar.

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